¿Por qué exigimos una Reforma Judicial Feminista Interseccional?

Como les habrá pasado a varias de las operadoras jurídicas que leen esta columna, en muchos expedientes judiciales donde intervenimos profesionalmente, nos han fijado audiencias – en sus diversas modalidades- para el 8 de marzo.

Eso nos impone reflexionar sobre la génesis y la importancia de esa fecha.

El 8 de marzo ha sido establecido por la ONU como el día internacional de la mujer, con el objetivo de reivindicar el trabajo por los derechos de las mujeres y promover su participación en los distintos ámbitos de la sociedad para su emancipación.

Ese día no es una fecha cualquiera, conmemora la huelga de las trabajadoras de la fábrica Cotton en Nueva York, quienes un 8 de marzo de 1857, reclamando mejoras laborales murieron en un incendio en su lugar de trabajo.

A lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres hemos encabezado o participado masivamente en muchas gestas. Podemos recordar la lucha de las 15.000 obreras neoyorquinas bajo el lema “Pan y Rosas” donde reclamaban el derecho al voto, y mejores condiciones salariales un 8 de marzo de principio del siglo xx; a las inglesas y francesas sufragistas; a las modistas rosarinas, las fosforeras y las obreras telefónicas argentinas que llevaron adelante huelgas generales a finales del siglo XX; a las rusas que encabezaron la revolución de 1917, a las feministas negras de los años 60; a aquellas grandes figuras y las heroínas anónimas; a las desparecidas y asesinadas en este camino de lucha; a las abuelas y madres de Plaza de Mayo.

Todas ellas han echado luz, cuestionando esa estructura social patriarcal y esos históricos factores culturales, sociales, religiosos, económicos y políticos que determinan una relación de superioridad del varón respecto de la mujer, que naturaliza la subvaloración de nuestra participación en la sociedad.

Por ello, cada 8 de marzo las mujeres paramos.

Las abogadas laboralistas, paramos porque queremos visibilizar el androcentrismo imperante en las relaciones laborales y el mundo del trabajo, y también en el sistema judicial argentino donde nos desempeñamos profesionalmente.

Paramos porque cuestionamos al derecho como proceso de producción de identidades fijas, que parte de sujetos que ya tienen género y reproduce sentido desde las diferencias entre éstos.

Fruto de la acción colectiva del movimiento feminista (heterogéneo, disidente, plural, multirracial, interclasista y querellante) hemos logrado avanzar en la cristalización de derechos a favor de las mujeres y disidencias.

Hemos puesto en debate conceptos como “trabajo”, “huelga” e “instituciones”.

Gracias a esta lucha colectiva e internacional, se han elaborado normas internacionales de género que obligan a cambios sustanciales en nuestra sociedad que sin embargo aún no han impactado sobre las normas laborales internas, y tampoco sobre nuestro sistema de administración de justicia y sus operadores.

No alcanza la ley para transformar las prácticas. Estamos ante algo profundamente enraizado (patriarcado) que no vamos a erradicarlo con un simple reacomodo de leyes.

Es urgente una reforma judicial desde una perspectiva feminista interseccional, que remueva los patrones socioculturales y los estereotipos que también atraviesan a quienes ocupan cargos de decisión en el Poder Judicial.

Se declina necesario construir un sistema judicial capaz de dar una respuesta reparadora de las injusticias y perjuicios tales como el clasismo, el racismo y el machismo en las formas jurídicas, en las interpretaciones que se hacen de estas categorías, en los tiempos de los procesos, en las formas de escucha y en sus decisiones, para que éstas no profundicen las desigualdades.

Por estos motivos, nosotras hemos elegido recorrer esa senda transgresora, ejerciendo nuestro derecho de huelga en los expedientes judiciales. Hemos, en concreto, pedido las suspensiones de audiencias fijadas para el 8 de marzo del corriente, de modo de poder ejercer tanto nuestro derecho al trabajo (representar a nuestrxs representadxs) como nuestro derecho de huelga.

Promisoriamente, la ronda se va agrandando y algunxs magistradxs, también han hecho lugar a estos planteos.

Desde la COMUTRA, convocamos a seguir intentando lograr la transformación social, de repensar y ejercer el derecho del trabajo desde una perspectiva de clase y de género, ampliando debates, prácticas y nuevas formas de reinterpretar el mundo, donde seamos capaces de reconocer la diversidad de géneros, de etnias, de condición, sin discriminaciones, desigualdades ni violencias.


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