DOCTRINA

El neocapitalismo

Nilton Pereira da Cunha
Por Nilton Pereira da Cunha 8 septiembre, 2018

El NEOCAPITALISMO

Comencemos con los orígenes de lo que podemos definir al “Neocapitalismo” como fenómeno ideológico, político y económico, que a través de macros estructuras e ideólogos desarrollaron: estrategias, teorías y movimientos con el objetivo de salvar y rejuvenecer las bases y los principios del capitalismo liberal burgués.

El Neocapitalismo es originario de la región de Europa y de los Estados Unidos donde imperaba el capitalismo. Corresponde a una reacción vehemente contra el amenazador régimen ideológico, político y económico: el comunismo, que ha surgido de forma pragmática con la Revolución de la Unión Soviética, en 1917 y que sobrevivió hasta 1991.

Señálese que, el intento básico de los ideólogos del Neocapitalismo era mitigar la efectiva participación del Estado en la regulación del mercado y en la relación capital/trabajo, sino también, disminuir el poder de movilización de los sindicatos y de las condiciones laborales y de vida de los trabajadores conquistadas en el periodo del Estado de bienestar social, algo que fue puesto en práctica a partir de la década de 1970.

Cabe destacar también que la incredulidad del modelo político-económico de la sociedad burguesa en su versión liberal clásica comenzó a ser derribadas a partir de 1914. Durante algunas décadas el capitalismo tropezó de una catástrofe a otra y hasta sus defensores más inteligentes y más fervorosos no apostarían en su supervivencia, comenta Hobsbawm (1).

Entre los terremotos que lo hicieran estremecer el capitalismo clásico están: dos guerras mundiales, seguidas por fuertes movimientos de revolución global, por ejemplo, el comunismo. Es oportuno señalar que el comunismo se instauró primero sobre un sexto (1/6) del territorio mundial y después sobre un tercio (1/3) de la población mundial. El punto culminante que hizo sacudir el capitalismo fue la crisis económica mundial de 1929 que llevó las economías capitalistas más fuerte casi al fracaso total, mientras la Unión Soviética parecía estar inmune a la crisis.

Después de esta crisis, los economistas, filósofos y políticos defensores del capitalismo comenzaron a desarrollar: teorías, estrategias, mecanismos y movimientos que pudiesen salvar y rejuvenecer el capitalismo. Para eso, era necesarios nuevos paradigmas para poder enfrentar los nuevos retos que se presentaban a los antiguos del libre mercado de la sociedad capitalista liberal burguesa.

El primero de eses nuevos paradigmas y prácticas desarrolladas por el Neocapitalismo fue a la teoría de John Mayard Keynes que, ante las circunstancias presentadas por la Grande Depresión (1929), el máximo que la proposición de la teoría keynesiana podría pretender era salvaguardar el futuro del capitalismo ante el creciente avance del comunismo en todo mundo.

Comenta Eric Hobsbawm, Keynes no oculta el hecho de que su objetivo era salvar el capitalismo liberal. En esa dirección también subraya María Cristina Marcuzzo (2): “Keynes nunca fue un reformador social apasionado”. Él afirmaba que estaba en un nuevo capitalismo, ya no era el del siglo XIX; este no más existía en la actual coyuntura. Sin embargo, resultaba esencial que lo válido del capitalismo debería conservarse. Keynes, en su famosa teoría, publicada en 1936, “The General Theory of Employment, Interest and Money” (La Teoría General del Empleo, el interés y el dinero), refuta la concepción ortodoxa de la economía clásica y la autorregulación del mercado.

La teoría keynesiana, comenta Alain Barrère (3), reposa siempre sobre elementos característicos del capitalismo. Él mantiene la libre conquista del lucro; el salario; un alto grado de iniciativa individual en el interior de un cuadro de control suave; la libre opción de los productos y de los consumidores también es conservadora; y la distribución de los recursos se procesa siempre abajo de la acción de los precios. Pide, sólo y simplemente, al Estado, que ejerza una acción complementaria permanente. Entonces, aquellos que querían un socialismo no marxista encontraban en su teoría los argumentos científicos que aún les faltaban.

Para Keynes, la “maldición del desempleo” era la raíz del mal de las economías de mercado, impulsando el riesgo de ser éstas abrumadas por las soluciones totalitarias, ya que, los marxistas estaban dispuestos a sacrificar las libertades políticas de los individuos con el fin de cambiar el orden económico existente. Así son los fascistas y los nazistas. El objetivo de Keynes era hacer una reforma económica, con la participación del Estado para contener el avance de los regímenes contrarios al capitalismo y no en una reforma para los trabajadores.

Luego después de la Segunda Guerra Mundial hay un gran avance del comunismo por el mundo y el capital implementa el keynesianismo para contener este avance, es decir, la intervención moderada del Estado y aumento de los beneficios sociales.

Cabe señalar que, en este mismo período y en dirección opuesta ilustres ideólogos hacían una defesa ortodoxa de la economía del libre mercado y de la no intervención del Estado. El inicio de ese ataque fue con el liberal ortodoxo Friedrich Hayek, con el texto “El Camino de la Servidumbre”, en 1944. Este texto es un ataque apasionado contra cualquier limitación de los mecanismos de mercado por parte del Estado, denunciada como una amenaza letal a la libertad, no solamente económica, sino también política (4).

Mientras las bases del Estado de bienestar en Europa pos-guerra efectivamente se construían, no sólo en Inglaterra, sino también en otros países, específicamente, en 1947, Hayek convocó economistas, filósofos y políticos que defendían su orientación ideológica para una reunión en Mont Pèlerin, entre ellos estaban: Milton Friedman, Karl Popper, Lionel Robbins, Ludwing Von Mises y fundaron la Sociedad de Mont Pèlerin. Su propósito era combatir el keynesianismo y preparar las bases de un otro tipo de capitalismo, duro y libre de las reglas para el futuro. Las condiciones para este trabajo no eran de todo favorables, una vez que el capitalismo keynesiano estaba entrando en una fase de logros sin precedentes – su edad de oro –, presentando el crecimiento más rápido de la historia, durante las décadas de 50 e 60.

Por esta razón, no parecían muy verosímiles que los ideales de los pensadores de Pèlerin pudiesen lograr éxito, por lo tanto, después de la crisis de 1973, llamada crisis del petróleo, las ideas de los miembros de la Sociedad de Mont Pèlerin pasaron a ganar espacio. Afirmaban Hayek y sus compañeros que, las raíces de esta crisis estaban localizadas en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera general, del movimiento de los obreros, que había corroído las bases de acumulación capitalista con sus presiones reivindicadoras sobre los salarios y con su presión parasitaria para que el Estado pudiese aumentar cada vez más los costos sociales.

En esa época, las ideas de los miembros de la Sociedad de Mont Pélerin, también llega al Oriente el nuevo modelo de producción, llamado de “reestructuración de la producción” con el Toyotismo, que también tiene su inicio en 1947, en el Japón y gana espacio en la sociedad occidental también después de esta crisis. Modelo revolucionario desarrollado por el ingeniero Taiichi Ohno que en la época era vice-presidente de la Toyota Motos Company.

El Sistema Toyota de Producción comenzó cuando Ohno desafió el sistema antiguo, es decir, el Fordismo. En 1947 las máquinas fueron organizadas en líneas paralelas o en forma de “I” para que el trabajador operase tres o cuatro máquinas al largo del camino del procesamiento del trabajo. Eso fue posible en el Japón, apunta Taiichi Ohno, porque no había sindicatos establecido por tipo de tarea, como, por ejemplo, los en Europa y de los Estados Unidos. Los torneros mecánicos sólo podrían operar los tornos (5).

La dinámica del Toyotismo corresponde a la transición del trabajador unifuncional para el multifuncional, que ocurrió sin problemas en Japón. Este modelo se presentó como una de las alternativas para convertir en hegemónico el capital a partir de la década de 1970. Este modelo productivo fortaleció el poder económico y político del capital sobre el trabajo, minando el poder de movilización de los sindicatos en defensa de las políticas económicas “flexibles” para el mercado de trabajo.

En esta década también hay el surgimiento de la nueva economía globalizada basada en el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación. Esas nuevas y dinámicas tecnologías proporcionan la infraestructura necesaria a la mundialización económica con una velocidad y complejidad sin precedentes en la historia de la humanidad.
Actualmente, la globalización y el uso de los mecanismos tecnológicos representan una importante herramienta tanto cualitativa como cuantitativa, en el sentido ideológico, político y económico para beneficiar a los mercados globales.

Este escenario es vivido por el continuo avance de la ciencia y de la tecnología, que pasaron a ser las grandes propulsoras del dinamismo y de los intereses privados, especialmente de las empresas multinacionales y de los mercados financieros especulativos globales.

Tal proceso ganó más fuerza a partir de la década de 1990 con el fenómeno más reciente del Neocapitalismos, el creciente proceso de fusión, compra y concentración de las empresas multinacionales (EMN). Esas empresas son comparadas a una especie de pulpos con numerosos brazos o extensiones, pero dependiendo de un mismo centro, geográficamente localizado, donde se elabora la estrategia de conjunto y de donde parten las impulsiones.

En ese sentido describe la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT):

Hoy predomina la empresa global, que no tiene más un centro conocido, sino una red constituida por diferentes elementos complementarios, diseminados a través del planeta y que se articulan unos con otros según una pura racionalidad económica, obediente a sólo dos palabras: rentabilidad y productividad (CLAT, 1993, p. 20) (6).

Es decir, una empresa de Alemania puede instalar sus centros de investigación en Francia, comprar máquinas en Corea del Sur, establecer sus fábricas en Brasil, elaborar su campaña de marketing y de publicidad en USA, vender en China, tener sus sociedades de capital mixto en Argentina, México, Italia.

Según Manuel Castells, el nuevo capital está basado por tres características fundamentales:

La productividad y la competitividad son, en general, función de la generación de conocimiento y del procesamiento de informaciones; las empresas y territorios se organizan en redes de producción, a administración y distribución; las actividades económicas básicas son globales – es decir, tienen la capacidad de funcionar como una sólo unidad en tiempo real, o en la hora escogida, en escala planetaria. Ni todo es global. En verdad, la mayoría de los empleos es local o regional. Sino las actividades y factores económicos básicos y estratégicos están ligados en red alrededor de un sistema globalizado de insumos y producto que condiciona el destino de todas las economías y de la mayoría de los empleos (CASTELLS, 2004, p. 83) (7).

En el actual escenario, los actores protagonistas son las empresas globales que no tienen preocupaciones éticas y ningún aspecto altruista o de solidaridad, sólo impera la lógica de la competitividad, la flexibilidad, la desregulación y la acumulación de riquezas.

Las organizaciones encargadas de cuidar el interés general son debilitadas, por el abandono de la noción de preservación de los intereses de los trabajadores.

La estructura del empleo se cambia así con las relaciones económicas, sociales, culturales, morales y también de la producción. Todo pasa a ser fragmentado producido y distribuido por varios rincones del globo.

El Neocapitalismo tiene como estructuras: el keynesianismo, los ideales neoliberales de los miembros de la Sociedad de Mont Pèlerin, la reestructuración productiva, la globalización económica y el creciente poder político, ideológico y económico de las empresas multinacionales.

Esos mecanismos, teorías y estrategias fueron integrando, complementando y fortaleciendo el Neocapitalismo para que las políticas neoliberales de precarización, flexibilidad y desregulación de las relaciones económicas y laborales pudiesen ser vistas como imprescindibles a los Estados, especialmente, en los países en desarrollo.

Es fundamental la compresión de este proceso que fue desencadenando mejores condiciones y beneficios para las empresas multinacionales, los empleadores y un continuo empeoramiento de las garantías, derechos y condiciones para los trabajadores y la desmovilización de los sindicatos.

Por la complejidad de tal proceso, resulta difícil para el trabajador comprender todo el contexto que involucra las relaciones: políticas, económicas y laborales del Neocapitalismo. Es sólo a través de la comprensión de la complejidad que involucra esas relaciones que los trabajadores y los sindicatos podrá desarrollar nuevas teorías, estrategias, mecanismos y movilizaciones para conquistar mejores condiciones de vida y de trabajo para los trabajadores, en este umbral del siglo XXI.

La lógica del Neocapitalismo es que los empleadores tengan: mejores retornos, mejores ganancias y más acumulación de capital y para los trabajadores las políticas económicas neoliberales de flexibilidad, de desregulación y que todos los días despierten en un futuro de riesgo y de inconstante amenaza de desempleo.

 

[1] HOBSBAWM, Eric j. Adeus a tudo aquilo. In: BLACKBURN, Robin (Org.) Depois da queda: o fracasso do comunismo e o futuro do socialismo. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1993.

[1] MARCUZZO, María Cristina. ¿De quién es el Estado de Bienestar? Beveridge versus Keynes. In.: Revista de Trabajo. Sistemas productivos y relaciones laborales en la actual fase del capitalismo. Año 7, Número 9, Nueva Época, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2011, p. 30.

[1] BARRÈRE, Alain. Keynes e o futuro do capitalismo. Salvador, BA: Publicações da UFPB, 1957.

[1] ANDERSON, Perry. Balanço do neoliberalismo. In.: SADER, Emir; GENTILI, Pablo (Orgs.) Pós-neoliberalismo: as políticas sociais e o Estado democrático. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1995. 

[1] FADEL, Fábio A.; CUNHA, Nilton P. A pessoa com habilidades diferentes e o mundo do trabalho: direito à igualdade e à diferença. São Paulo: Publica Livros, 2014, p. 77.

[1] CENTRAL LATINOAMERICANA DE LOS TRABAJADORES. Neoliberalismo y movimiento de los trabajadores. São Paulo; FLATES, 1993, p.20.

[1] CASTELLS, Manuel. Tecnologia da informação e capital global. In: GIDDNES, Anthony; HUTTON, Will. No limite da racionalidade. Rio de Janeiro: Record, 2004.

 

Referencias
ANDERSON, Perry. Balanço do neoliberalismo. In.: SADER, Emir; GENTILI, Pablo (Orgs.) Pós-neoliberalismo: as políticas sociais e o Estado democrático. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1995.

BARRÈRE, Alain. Keynes e o futuro do capitalismo. Salvador, BA: Publicações da UFPB, 1957.

CASTELLS, Manuel. Tecnologia da informação e capital global. In: GIDDNES, Anthony; HUTTON, Will. No limite da racionalidade. Rio de Janeiro: Record, 2004.

CENTRAL LATINOAMERICANA DE LOS TRABAJADORES. Neoliberalismo y movimiento de los trabajadores. São Paulo; FLATES, 1993, p.20.

FADEL, Fábio A.; CUNHA, Nilton P. A pessoa com habilidades diferentes e o mundo do trabalho: direito à igualdade e à diferença. São Paulo: Publica Livros, 2014.

HOBSBAWM, Eric j. Adeus a tudo aquilo. In: BLACKBURN, Robin (Org.) Depois da queda: o fracasso do comunismo e o futuro do socialismo. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1993.

MARCUZZO, María Cristina. ¿De quién es el Estado de Bienestar? Beveridge versus Keynes. In.: Revista de Trabajo. Sistemas productivos y relaciones laborales en la actual fase del capitalismo. Año 7, Número 9, Nueva Época, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2011, p. 30.

Nilton Pereira da Cunha: Grado en Derecho y Música; Pos-grado en Psicopedagogía, Educación Especial y Derecho del Trabajo; Maestría en Ciencia de la Educación y Doctorando en Derecho por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Autor y co-autor de varios libros entre ellos están:
– O ensino superior e a educação inclusiva: o direito à igualdade e à diferença;
– Pensando el Derecho Laboral;
– A crise da representatividade e a judicialização política no Estado pós-intervencionista;
– Educação, Tecnologia e Direitos Humanos: caminhos à inclusão social.